Las malas condiciones climáticas tienen múltiples consecuencias sobre la disminución de los rendimientos. Además del impacto directo de los accidentes meteorológicos (granizo, coulure debido a la lluvia durante la floración), la fuerte presión de las enfermedades criptogámicas provoca a menudo pérdidas de rendimiento secundarias, debido a las respuestas fisiológicas de la vid (corrimiento, etc.) o a errores relacionados con los tratamientos fitosanitarios. Ante la demanda del mercado, los productores se enfrentan a volúmenes bajos que deben maximizar mediante un itinerario técnico óptimo.